Al dios que Breuil creía haber encontrado en las cuevas del río Volp ya lo conocían los estudiosos de la religión desde hacía años. Era una deidad antigua, tal vez una de las primeras concebidas, a la que se consideraba señor de los animales, amo y guardián de los bosques. Se le podía implorar con plegarias que guiara al cazador hacia su pres y aplacar con ofrendas si se desencadenaba su ira y los animales desparecían. Suyas eran las almas de todos los animales; solo él tenía el poder de dejarlos libres en la naturaleza, y después de que los cazaran y mataran, solo él podía acoger sus almas en su seno. Los estudiosos lo llaman el Señor de las Bestias.
Es uno de los dioses más antiguos de la historia de las religiones y ha gozado de amplia difusión. Existe una versión de la deidad en casi todas las regiones del mundo, desde Eurasia hasta Norteamérica y Centroamérica. Su imagen se puede encontrar en vasijas de piedra en Mesopotamia que datan de finales del cuarto mileno a. C. Un cuchillo de marfil y pedernal hecho en Egipto el 3450 a. C, mucho antes de que apareciesen los faraones, tiene grabada en el mango una figura que representa al Señor de las Bestias con un león en cada mano. En el valle del Indo, este se asocia con el dios zoroastriano Ahura Mazda como con la deidad hindú Shiva, en particular su encarnación de Pashupati o Señor de Todos los animales.
Ahura Mazda.
Shiva.
Pashupati.
Enkidu, el hirsuto héroe de la epopeya babilónica de Gilgamesh, uno de los primeros mitos escritos del mundo, es una figura que remite al Señor de las Bestias, igual que Hermes y algunas veces Pan, el dios de la naturaleza mitad cabra y mitad hombre de la mitología griega.
Hermes.
Pan.
Incluso el dios hebreo Yahvé se presenta ocasionalmente como el Señor de las Bestias en la Biblia. En el libro de Job le vemos jactarse del poder de dejar en libertad al onagro, de hacer que el avestruz ponga sus huevos en el suelo para que los hombres puedan cogerlos, y de ordenar al búfalo que se deja atar al arado para labrar la tierra a las órdenes del hombre (Job 39).
Cuchillo de marfil y sílex con la representación del Señor de las Bestias, procedente de Egipto (3450 a. C).









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