En el principio existía el vacío, la oscuridad, el caos.
Pasa el tiempo y aparecen el Adán y la Eva históricos.
Aparece el humano sabio de extremidades rectas y complexión robusta. Años 300 000 y 200 000 a. C.
Sus antepasados salieron andando de África hace unos 100 000 años. Cruzaron la península arábiga en oleadas y se extendieron hacia el norte por las estepas de Asia Central, hacia el este por el subcontinente indio, cruzando el mar hasta Australia, y hacia el oeste por los Balcanes hasta llegar al sur de España y al límite de Europa.
El Homo sapiens aniquiló a las otras especies, el Homo erectus, Homo denisova, Homo neardenthalensis...
Adán es cazador. Cuando mata, lleva su presa al refugio para compartirla con la comunidad.
Eva caza con una red que ha tejido con delicadas fibras vegetales. Tiende sus trampas por el suelo y espera a que un conejo o un zorro caiga en ellas.
Sus hijos recorren el bosque en busca de plantas comestibles, desenterrando hongos y raíces, recogiendo reptiles e insectos grandes para llevarlos al campamento.
Las herramientas que llevan Adán y Eva están hechas de sílex y piedra, son objetos elaborados, no encontrados por el suelo.
Cuando uno muere estos objetos son enterrados con él, de modo que el difunto pueda seguir disfrutando de ellos en la otra vida.
¿Habrá otra vida?
Adán y Eva estaban seguros. ¿Por qué, si no, molestarse en enterrar a los difuntos? No existe una razón práctica para hacerlo. Es mucho más fácil exponerlos, dejarlos que se descompongan al aire libre o que las aves devoren sus restos. Sin embargo, insisten en sepultar los cuerpos de sus amigos y familiares, en protegerlos de los estragos de la naturaleza, en mostrarles cierto respeto. Colocan el cadáver en una postura concreta, o bien tendido o bien acurrucado en posición fetal, mirando al este, hacia el sol naciente. El cuerpo es cubierto con polvo de ocre de color rojo sangre (que simboliza la vida) para luego depositarlo sobre un lecho de flores y adornarlo con collares, conchas, huesos de animales o herramientas, objeto que el difunto apreciaba; objetos que se pueden utilizar en la otra vida. Colocan piedras para marcar la tumba y poder encontrarla si vuelven a visitarla.

Adán y Eva creen que los muertos se han ido a otro mundo, al que los vivos pueden acceder mediante sueños y visiones. Puede que el cuerpo se pudra pero una parte de él pervive, algo distinto e independiente de la carne: un alma, por no poder usar otra palabra mejor.
Adán y Eva parecen intuir que son almas encarnadas. Si el alma es independiente del cuerpo, lo puede sobrevivir. Para Adán y Eva estas almas son perceptibles de innumerables formas.
Ya sin cuerpo se convierten en espíritus con el poder de habitar todas las cosas: los pájaros, los árboles, las montañas, el sol, la luna. En todos ellos palpita la vida; están animados.
Llegará un día en que humanizarán plenamente a estos espíritus, les darán nombres y mitologías, los transformarán en seres sobrenaturales y los adorarán y les rezarán como a dioses.
Pero ese día aún no ha llegado.
Esta creencia de atribuir de una esencia espiritual, o "alma" a todos los objetos, humanos o no, y es muy probable que sea la expresión humana más antigua de algo que pueda denominarse "religión"; se llama "ANIMISMO".
DEL LIBRO DIOS. UNA HISTORIA HUMANA. DE REZA ASLAN.
ResponderEliminar